Cómo comunicarme con mi gato a través del juego
El juego es una de las vías más agradables y eficaces para comunicarte con tu gato, pero para que esa comunicación funcione los dos tenéis que hablar el mismo idioma.
¿Qué quiere decir esto? Para que el juego resulte eficaz en estrechar lazos con tu mascota debes adaptarte a las necesidades comportamentales de tu compañero felino. De otra forma el juego solo servirá para que se estrese o desate su agresividad de forma incontrolada y, como consecuencia, vuestra relación se resienta.
Como explica la etóloga veterinaria Valérie Dramard en su libro Décodez le langage de votre chat! Postures, miaulements, marquages (¡Interpreta el lenguaje de su gato! Posturas, maullidos, marcajes), el juego es una actividad placentera pero siempre y cuando el gato esté de acuerdo: si se fuerza al felino a jugar cuando no quiere o con juegos que no le resulten agradables podemos obtener la respuesta contraria a la que buscamos, es decir, que el animal se retraiga en sí mismo, nos evite, nos tema o responda con agresividad a nuestros estímulos.
Jugar con tu gato para que aprenda a socializar
Los gatitos aprenden sus reglas de relación social mediante el juego a partir de las dos semanas de edad. A partir de las 10-12 semanas los juegos suponen de forma clara un entrenamiento para la caza y a partir de las 14 semanas los gatos jóvenes se suelen enzarzar en peleas sociales como aprendizaje para el momento en que sean adultos.
Durante todo este periodo los gatitos aprenden cuándo están haciendo daño a sus compañeros de juego y a controlar reflejos como la mordida o el arañazo. Pero muchos son separados de sus madres y hermanos demasiado pronto y no han completado este proceso de aprendizaje. En ese caso somos nosotros, los nuevos propietarios, quienes debemos enseñarles mediante el juego a “comportarse” en sociedad.
¿Qué juegos con mi gato son adecuados y cuáles no?

Los juguetes deben imitar los movimientos de una posible presa y mantener nuestras manos y pies alejados del gato para evitar mordiscos o arañazos.
La mayoría de los juegos de los gatos se basan en lo mismo: entrenar el instinto de caza y de búsqueda de alimento. Bien enfocada, la actividad lúdica nos permite mejorar la relación con el felino y ayudarle a dar salida a sus ansias de actividad, evitando que se estrese o dirija su atención hacia elementos de la casa con los que no queremos que juegue.
Una de las cosas de las que más se suelen quejar los propietarios de gatos es de que se lancen contra sus manos o sus pies, arañando y mordiendo. ¿Cómo se puede redirigir esa conducta? Para empezar, lo mejor es prevenirla: nunca se debe jugar con un gatito con las manos o los pies, porque los asociará ya como un juguete más. Cuando es pequeño es muy divertido que nos dé mordisquitos y nos agarre con las uñas… pero cuando sea grande hará lo mismo, porque le hemos enseñado nosotros, y ya no nos resultará tan agradable. Una forma de desanimarlo a que muerda y arañe es que cuando lo haga nos quedemos inmóviles y callados y de forma pausada nos retiremos de su contacto: verá que el resultado de arañar y morder no es divertido para él. No grites ni hagas movimientos bruscos, porque eso suele animarlos a seguir con la “caza”.
Por otra parte, no juegues con él haciéndolo rodar sobre su espalda, porque su instinto puede hacer que se sienta agredido y responderá defendiéndose.
Los juguetes ideales para un gato son los que imitan los movimientos de lo que serían sus presas en la naturaleza, de forma que pueda jugar a atraparlos, y mantengan nuestras manos y pies alejados del gato durante el juego: algo atado en el extremo de un cordel o de una varilla larga, objetos ligeros similares a plumas, etc.
Utilización del juego en gatos muy activos
Se trataría de estimular al gato con un juguete móvil que podamos manejar sin riesgo de arañazos o mordiscos (cordeles o varillas con algo atractivo en el extremo, que pueda “cazar”) y cuando el animal se excita demasiado dejarlo suavemente en el suelo. Como deja de moverse, ya no resulta tan excitante y el animal se calma poco a poco; repetir esta experiencia hace que el gato asocie el fin del juego a un exceso de excitación y aprenda a contenerse paulatinamente. De esta forma los periodos de juego podrán ir ampliándose y tu relación con él será cada día más placentera para ambos.
Una observación importante: en ciertos casos esta terapia basada en el juego debe acompañarse de medicación que debe prescribir el veterinario. Si tu gato es demasiado agresivo o huidizo es una buena idea buscar la ayuda del profesional.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir